Un informe reciente de la Comisión Chilena del Cobre anticipa un crecimiento acelerado en el consumo de electricidad y agua en la minería del cobre en los próximos 10 años, impulsado por la caída en la ley del mineral y una mayor dependencia de fuentes no continentales.
La Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) proyecta una década de alta exigencia para el sector minero del país, con importantes desafíos operativos y ambientales en el horizonte. Según su último estudio titulado «Proyección del consumo de energía eléctrica y agua en la minería del cobre 2023-2034», la industria minera deberá enfrentar un aumento sustancial en el uso de recursos clave como la energía eléctrica y el agua, lo que obligará a redoblar esfuerzos en eficiencia, innovación tecnológica y sostenibilidad.
De acuerdo con el informe, el consumo de electricidad en la minería del cobre crecerá en un 31,4 % entre 2023 y 2034. Esto implica pasar de 26 TWh (teravatios-hora) en 2023 a 34,2 TWh en 2034, superando con creces el aumento estimado de producción de cobre fino, que sería de aproximadamente un 20,7 % en el mismo período.
Este desfase se debe en gran medida a la disminución sostenida en la ley del mineral, es decir, la cantidad de cobre contenido por tonelada de roca procesada. Esta situación obliga a las empresas mineras a mover, triturar y procesar mayores volúmenes de material para obtener la misma cantidad de metal, lo cual incrementa de forma significativa la demanda energética.
La etapa de concentración del mineral que incluye chancado, molienda y flotación representará aproximadamente el 59 % del consumo energético total del sector hacia 2034, lo que equivale a unos 20,2 TWh anuales.
Otro recurso que experimentará un alza considerable es el agua. Cochilco estima que la minería del cobre requerirá un 30,9 % más de agua en 2034 en comparación con 2023, llegando a un consumo total de 23,7 m³/s. Ante la creciente escasez hídrica en varias regiones del país, se espera que la mayor parte de esta demanda sea cubierta con agua de mar.
En efecto, hacia 2034, el 69 % del agua utilizada por la minería provendrá del mar, ya sea mediante plantas desalinizadoras o impulsión directa sin tratamiento. Este tipo de soluciones ha ganado terreno especialmente en la macrozona norte de Chile, donde los recursos hídricos continentales son limitados y altamente disputados por diversos sectores.
Sin embargo, el uso de agua de mar también tiene implicancias energéticas: se estima que la energía necesaria para desalar o transportar agua desde la costa hasta las operaciones mineras en altura será de aproximadamente 6,5 TWh anuales, lo que representa casi un 19 % del total de energía eléctrica que demandará la industria en 2034.
Frente a este escenario, la sostenibilidad energética se vuelve crítica. Afortunadamente, el sector minero chileno ya muestra avances importantes en materia de transición energética. Según Cochilco, para 2026 cerca del 80 % de la electricidad consumida por la minería del cobre provendrá de fuentes renovables, una mejora significativa respecto al 66,6 % registrado en 2023.
La combinación de energías solar, eólica e hidroeléctrica no solo permite reducir la huella de carbono del sector, sino también moderar los costos operativos a largo plazo, ante la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles.
El vicepresidente ejecutivo de Cochilco, Joaquín Morales, señaló que este informe constituye una herramienta clave para anticipar escenarios y orientar las políticas públicas del país: “Estas proyecciones permiten conocer cómo evoluciona la industria en cuanto a sostenibilidad, y evaluar si las estrategias implementadas están siendo eficaces para enfrentar los desafíos energéticos y ambientales”.