La minera invirtió US$255.2 millones en julio, pero las tensiones sociales y acciones violentas complican la normalización operativa.
Antamina, la principal productora de cobre del país, atraviesa una etapa de recuperación tras la paralización temporal de sus operaciones debido a un accidente ocurrido en abril. Al mismo tiempo, enfrenta una creciente conflictividad social y episodios de violencia en la región de Áncash.
Según el Ministerio de Energía y Minas (Minem), la compañía lideró las inversiones mineras en julio con US$255.2 millones, equivalente al 9.04% del total nacional, aunque 13.9% menos que el mismo mes del año anterior. En producción, acumuló 192,952 toneladas de cobre entre enero y julio, lo que representa una caída de 25.9% frente al 2024.
Claudia Cooper, vicepresidenta de Sostenibilidad y Asuntos Externos de Antamina, señaló que la baja se debió a la paralización tras el accidente. “Desde la parte de la producción, hubo una caída, pero ya nos estamos recuperando de manera acelerada y, al próximo año, debemos llegar a los niveles normales”, afirmó.
Asimismo, precisó que la reducción de inversiones (-14% en julio) se asocia a la demora en la aprobación del estudio ambiental del proyecto Reposición Antamina, valorizado en US$2,000 millones, el cual permitirá extender su vida útil hasta 2036.
No obstante, la ejecutiva alertó sobre una ola de violencia en el distrito de San Marcos, donde un grupo de comuneros de Huaripampa ha atacado maquinarias y al personal de empresas proveedoras. “No podemos, obviamente, aceptar la violencia, tenemos muchos trabajadores allí y que, evidentemente, cuando ocurren estos ataques tienen temor”, manifestó Cooper.
A pesar de los incidentes, la compañía reafirmó su compromiso con el diálogo y la continuidad de sus operaciones, priorizando la seguridad y el desarrollo sostenible en la zona de influencia.