Carlos Agramonte, del Centro de Estudios Empresariales de Cusco, señaló en PERÚ ENERGÍA Sur que el limitado acceso al gas natural frena el desarrollo regional frente a Lima e Ica.
Durante su participación en el evento PERÚ ENERGÍA Sur Cusco, Carlos Agramonte, coordinador del Centro de Estudios Empresariales de la Cámara de Comercio de Cusco, presentó la ponencia titulada “¿El gas natural reduce la pobreza energética y dinamiza la economía?”. En su exposición, comparó el impacto de la masificación del gas natural entre Lima, Ica y Cusco, en el periodo comprendido entre 2009 y 2024.
Agramonte destacó que Cusco continúa enfrentando importantes retos en materia de acceso a energía moderna y asequible, pese a su relevante contribución del 3.9% al Producto Bruto Interno nacional. La región mantiene un bajo PBI per cápita —de apenas 15 mil soles anuales— y en 2024 solo registró un crecimiento económico del 0.8%.
Según datos del Centro de Estudios Empresariales, entre 2009 y 2013, más del 34% de los hogares cusqueños sufría pobreza energética, situación que podría haberse reducido significativamente si la región hubiera contado con acceso al gas natural desde 2014. En comparación, Lima e Ica, donde sí se implementó el servicio en ese periodo, lograron reducir este índice a menos del 20%, incluso tras la pandemia. En Cusco, en cambio, los niveles llegaron hasta el 43%.
“El cusqueño gasta menos en energía, pero de mala calidad y con implicancias en el futuro”, alertó Agramonte. Mientras que en Lima e Ica el gasto mensual por hogar en energía oscila entre S/100 y S/121 con acceso regular a gas natural y electricidad, en Cusco el promedio es de S/91. Sin embargo, este consumo se basa principalmente en fuentes como leña, bosta o velas. “Ese gasto más bajo no es eficiencia, es exclusión energética”, subrayó.
El especialista indicó que, si el gas natural hubiera estado disponible en Cusco desde 2014, el gasto energético de los hogares habría disminuido entre 2 y 4 puntos porcentuales, lo que representa un ahorro de más de S/600 al año por familia. Además, este recurso permitiría una mayor estabilidad financiera, al reducir la variabilidad en el gasto energético.
En Lima e Ica, antes de la masificación del gas natural, los hogares destinaban hasta el 24% de sus ingresos al pago por energía. Con la llegada del gas, ese porcentaje descendió a 18%, lo que se tradujo en mayor ingreso disponible, mejor planificación del gasto familiar y dinamización de las economías locales.
Agramonte finalizó señalando que el gas natural representa una herramienta efectiva para combatir la pobreza energética, impulsar la equidad regional y fortalecer la economía del sur del país. No obstante, lamentó que Cusco aún no forme parte de este proceso. “La evidencia es clara: mientras no llegue el gas a los hogares cusqueños, la desigualdad energética y económica seguirá profundizándose”, sentenció.