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Exploración minera en el desierto de Lompoul y su impacto en Senegal

Foto: Freepik
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La mega explotación minera del grupo francés Eramet arrasa dunas y desplaza comunidades, mientras el gobierno senegalés debate su impacto ambiental y social.

En el árido paisaje del desierto de Lompoul, una colosal draga minera avanza sin descanso, transformando las icónicas dunas en un mar de polvo y escombros. Este ambicioso proyecto del grupo francés Eramet, que extrae miles de toneladas de arena mineralizada desde 2014, ha generado alarma por su impacto ambiental y la crisis humanitaria que ha provocado en las comunidades locales. Mientras el gobierno senegalés evalúa las consecuencias, los desplazados claman por justicia.

Una inmensa draga minera, escoltada por una fábrica flotante, devora el desierto de Lompoul a un ritmo implacable. Desde hace una década, esta máquina ha removido enormes volúmenes de arena en busca de minerales valiosos, alterando de manera irreversible el paisaje y desplazando comunidades enteras.

Las imágenes satelitales revelan la huella imborrable de la actividad minera, que ha convertido un ecosistema frágil en una zona de extracción intensiva. Lo que alguna vez fue un destino ecoturístico y un bastión de la biodiversidad, ahora es un vasto terreno erosionado por la industria.

Pueblos desplazados y tierras infértiles

Las consecuencias humanas son devastadoras. Según Gora Gaye, alcalde de la comunidad rural de Diokul Diawrigne, la llegada de Eramet significó la desaparición de tierras fértiles que abastecían con verduras frescas al 80% de Senegal. “Pasamos de ser productores prósperos a refugiados en nuestra propia tierra”, lamenta.

Los sistemas de compensación de la minera han sido duramente criticados. Mientras la empresa asegura que sus indemnizaciones quintuplican el estándar nacional, los habitantes desplazados aseguran que el dinero recibido es «insignificante» frente a la pérdida de sus tierras y su modo de vida.

El frágil equilibrio del ecosistema

El desierto de Lompoul es único en su tipo. Una combinación de dunas costeras y cuencas interdunares que sustentaban cultivos y especies autóctonas. Con la minería, el equilibrio se ha roto. La degradación del suelo, la sobreexplotación de los recursos hídricos y la disminución de la biodiversidad son algunas de las preocupaciones expresadas por ecologistas y científicos.

Los expertos advierten que la erosión causada por la actividad minera podría generar un efecto dominó, afectando no solo a las comunidades locales sino también a los sistemas agrícolas del país.

Respuesta oficial y postura de Eramet

Ante el creciente descontento, el presidente senegalés Bassirou Diomaye Faye ha pedido una revisión de los contratos extractivos. En un reciente consejo de ministros, declaró que “la explotación de los recursos mineros no debe ser una condena para los ciudadanos” y exigió mayor transparencia en la gestión de las riquezas naturales.

Eramet, por su parte, defiende su actividad como motor de desarrollo. La compañía reportó beneficios de 162 millones de dólares para Senegal en 2023 y asegura haber creado cerca de 2.000 empleos, en su mayoría para trabajadores senegaleses. Además, promete restaurar los terrenos explotados y devolverlos al Estado una vez finalizada la extracción.

Un llamado a la minería responsable

El conflicto sigue abierto. Mientras el gobierno evalúa nuevas regulaciones para la industria minera, los desplazados continúan exigiendo justicia. Ibrahima Ba, de 60 años, resume el sentimiento de muchos: “Antes teníamos tierras, ahora tenemos promesas vacías”.

El caso del desierto de Lompoul pone en evidencia los desafíos de la minería moderna y la necesidad de un compromiso más firme con la sostenibilidad. Si bien la explotación de recursos naturales es clave para el desarrollo económico, su impacto ambiental y social no puede ser ignorado. Es imperativo que las empresas extractivas adopten modelos de producción más responsables y transparentes, que garanticen tanto la preservación del medio ambiente como el bienestar de las comunidades afectadas. Solo así se podrá evitar que historias como la de Lompoul se repitan en otros rincones del mundo.

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