Chile se ha consolidado como uno de los países de América Latina más comprometidos con la transición a la electromovilidad, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la calidad del aire en las ciudades y diversificar su matriz energética.
El compromiso de Chile con la electromovilidad se refleja en sus políticas públicas, como el Plan Nacional de Electromovilidad, que tiene como meta que el 40% del parque automotriz sea eléctrico para 2040. Este ambicioso objetivo requiere colaboración entre el sector público y privado, junto con incentivos económicos y normativos para fomentar la adopción de vehículos eléctricos.
Una de las principales ventajas de la electromovilidad es la reducción de emisiones de CO2 y otros contaminantes, lo que es especialmente relevante en ciudades como Santiago, donde la calidad del aire es un problema constante. Los vehículos eléctricos generan cero emisiones en el uso y reducen la contaminación acústica, mejorando la calidad de vida. Sin embargo, para maximizar su impacto positivo, es esencial que la electricidad utilizada provenga de fuentes renovables.
La transición hacia la electromovilidad ofrece a Chile una oportunidad para diversificar su matriz energética y reducir la dependencia de combustibles fósiles importados. Con un gran potencial en energías renovables, como la solar y eólica, el país puede aprovechar estas fuentes para abastecer la creciente flota de vehículos eléctricos.
La integración de energías renovables en la red de carga no solo impulsará la sostenibilidad ambiental, sino que también mejorará la seguridad energética de Chile. No obstante, esto requiere inversiones en infraestructura, tecnología y una planificación estratégica a largo plazo. La adopción de vehículos eléctricos también enfrenta desafíos económicos y sociales, ya que, a pesar de la disminución de su costo, siguen siendo más caros que los vehículos convencionales, lo que limita su accesibilidad, especialmente en un país con desigualdades económicas.
Los expertos afirman que, para superar este obstáculo, es crucial implementar incentivos financieros y políticas que disminuyan el costo total de propiedad de los vehículos eléctricos. Además, se debe fomentar la capacitación y el desarrollo de habilidades en el sector automotriz, para garantizar una fuerza laboral capacitada en el mantenimiento y reparación de estos vehículos.