Un reciente estudio elaborado por Macroconsult para Solgas, titulado “Pobreza Energética y el rol del GLP en el 2024”, ha puesto de manifiesto una preocupante realidad: aproximadamente 1.7 millones de hogares en el Perú viven en situación de pobreza energética, especialmente en las zonas rurales de la sierra y selva, donde más del 70% de las familias siguen dependiendo de combustibles sólidos como la leña y el carbón para cocinar. Este fenómeno afecta de manera significativa a las regiones de Huancavelica, Cajamarca y Huánuco, con índices de pobreza energética que rondan el 39-40%, y donde la falta de acceso a combustibles modernos limita el desarrollo de actividades diarias y genera un impacto negativo en la salud de los habitantes.
El uso de leña y carbón para cocinar expone a millones de peruanos a gases tóxicos que causan enfermedades respiratorias y cardíacas. Además, esta práctica contribuye a la deforestación y al cambio climático.
Además de los problemas de salud, el estudio revela que las regiones que más dependen de estos combustibles tradicionales son también las que presentan los mayores índices de pobreza energética. En Huancavelica, Cajamarca y Huánuco, los porcentajes de hogares que utilizan combustibles sólidos para la cocción de alimentos alcanzan el 51%, 48% y 45% respectivamente. Apurímac se encuentra en la cima de la lista con un alarmante 58%.
Mario Matuk, gerente general de Solgas, señaló que el GLP cuenta con una amplia red de distribución y es fácil de almacenar y transportar. «El GLP tiene el potencial para ser un catalizador del desarrollo, mejorando la calidad de vida de las poblaciones más vulnerables», afirmó Matuk.
El estudio también subraya que el acceso a energía limpia y segura es crucial para el bienestar de las comunidades más alejadas, por lo que se requieren políticas efectivas para universalizar este acceso y mitigar los efectos negativos de la pobreza energética en el país. Si bien el GLP es una alternativa prometedora, aún existen desafíos para garantizar su acceso a las poblaciones más remotas. Se necesitan políticas públicas que incentiven el uso del GLP y faciliten su distribución en zonas rurales.
