Un reciente estudio realizado por Macroconsult y ESAN revela que el 25% de los hogares peruanos, es decir, 2.5 millones de familias, dependen principalmente de fuentes de energía contaminantes como la leña, el carbón y el estiércol para preparar sus alimentos. Esta situación, conocida como pobreza energética, tiene graves consecuencias para la salud y el bienestar de la población, especialmente en zonas rurales y urbanas marginadas.
Aunque en los últimos 18 años el uso de combustibles más limpios como el Gas Licuado de Petróleo (GLP) y el Gas Natural (GN) ha aumentado, la transición no ha sido uniforme, especialmente en zonas rurales y hogares vulnerables. En estas áreas, más del 90% de los hogares siguen dependiendo de combustibles contaminantes, con un 53.3% usando leña y carbón. Sin embargo, este programa aún debe cubrir a un gran número de familias. Los expertos recomiendan ampliar y fortalecer el FISE, así como modificar el Programa Bonogas para garantizar la sostenibilidad de este subsidio.
Para enfrentar este desafío, los expertos sugieren ampliar y fortalecer el Programa Vale de Descuento Fondo de Inclusión Social Energético (FISE), que actualmente cubre solo al 30% de los hogares vulnerables. Asimismo, proponen ajustar el Programa Bonogas para que el FISE funcione como garante de los créditos de los hogares, asegurando una mayor sostenibilidad y acceso a combustibles más limpios. Erradicar la pobreza energética en el Perú es un desafío complejo que requiere de una acción coordinada entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil
